HOME

Los niños son protagonistas cada vez en edades más tempranas del fenómeno de la conectividad móvil. Ya desde los dos o tres años empiezan a asomarse al teléfono de sus padres y a manejarlo de manera habitual, familiarizándose con sus funcionalidades casi antes de ser capaces de hablar de forma clara, o de aprender a leer. Este manejo tan fluido nos suele hacer mucha gracia en niños tan pequeños, pero ni mucho menos debemos dejar que se relacionen con estos dispositivos de una forma descontrolada. Al contrario, este inicio tan precoz hemos de tomarlo como una magnífica oportunidad educativa: cualquier enseñanza temprana posibilita un aprendizaje más efectivo.

Y es que una premisa que se repite una y otra vez cuando hablamos de la crianza de los niños es que vosotros sois su modelo de comportamiento, y como a un niño le resulta más fácil hacer las cosas si parte de un modelo, vosotros tenéis que predicar con el ejemplo para que no use el smartphone de manera inadecuada. Es fundamental dialogar constantemente con el niño, ponerle unos límites y unas normas, y establecer un patrón de uso racional del dispositivo.

Es más, el principal modo de prevenir un mal uso o comportamientos de riesgo que pueden conllevar problemas futuros es involucrarse en esta educación tecnológica desde el principio. La clave está tanto en saber orientar bien los aprendizajes, como en no prohibir radicalmente.

¿Cuándo comprar al niño su primer teléfono móvil?

Los niños de tres o cuatro años manejan diversas aplicaciones en los teléfonos móviles de sus padres; principalmente juegos adaptados a su edad, aplicaciones para pintar o colorear, e incluso vídeos de dibujos animados. El dispositivo ya está muy presente en su día a día, aunque a estas edades lo ven más como un juguete.

Sin embargo, a medida que crecen, este uso lúdico da paso a otras funciones. El teléfono se convierte en un aparato con el que comunicarse. Concretamente, según la Guía para padres y educadores sobre el uso seguro de Internet, móviles y videojuegos realizada por la Fundación Gaudium, la oficina del Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, y la Obra Social de Caja Madrid, “las llamadas de voz (94,7%), las llamadas perdidas (92,9%), y los mensajes de texto (90,7%), son las formas de comunicación que los menores españoles utilizan en mayor medida. Además, la música (71,4%) y los juegos (51,6%) son los servicios más demandados”.

Por tanto, la utilidad principal del teléfono ya es estar en contacto con los padres y, sobre todo, con los amigos: tener un móvil es pertenecer al grupo. El niño ve que todos a su alrededor lo tienen y comienza a pedir su propio terminal, cada vez a edades más tempranas. Así, los padres sufren un chantaje emocional, unido a cierta presión social.

Entonces, ¿cuándo debemos comprar su primer teléfono móvil? Pues no hay una edad concreta, sino que hay que fijarse en cada caso, en la madurez de cada pequeño, y en las circunstancias específicas de su estilo de vida que hacen que pueda necesitar este aparato. Y es que a ciertas edades puede ser relativamente útil, pero no es realmente necesario. Lo que debemos dejar claro al niño desde el primer momento es que la función principal del teléfono es la comunicación, y que es por esto por lo que resulta aconsejable que lo tenga.

En este sentido, los expertos recomiendan que los niños no dispongan de su propio teléfono antes de los 12 años. A partir de esta edad, agudizan su necesidad de independencia y ya pasan más tiempo lejos de nosotros.Además, acceden a una nueva etapa escolar, la Educación Secundaria, y esto supone un gran cambio para ellos. Es ya buen momento para que comiencen a asumir responsabilidades como las que supone disponer de su propio teléfono móvil.

A los padres, el aparato nos servirá para estar en contacto continuo con ellos, tenerlos localizados, y poder controlar sus salidas.

Regístrate

Con Facebook o Google

O con tu correo

Inicia sesión o regístrate para continuar

Con Facebook o Google


O si prefieres, hazlo con tu correo

¿Todavía no eres ⭐️Maestra Premium⭐️? ¡Toca aquí para serlo!