El primer síntoma que provoca el acoso escolar o bullying en los afectados es precisamente que no quieren ir al colegio, para evitar ser objeto de abuso y maltrato por parte de sus compañeros. Se produce así una pérdida de interés por realizar actividades relacionadas con el centro educativo, y el rendimiento escolar y, consecuentemente, las calificaciones, se ven afectados de forma significativa, hasta el punto de que la víctima puede llegar a tener que repetir curso por ello.
Con posterioridad, y debido al acoso prolongado, se van a producir otra serie de consecuencias como son:
- Síntomas asociados al estrés continuado, como ansiedad, problemas para conciliar el sueño, irritabilidad, y ataques de ira sin que medie causa que lo justifique.
- Síntomas asociados a la baja autoestima y a la depresión, como pérdida de apetito, falta de interés por las actividades que antes le resultaban atractivas (anhedonía), comportamientos de evitación de situaciones sociales –lo que le puede llevar a encerrarse en casa–, y llanto continuado.
- Síntomas somatizados, como dolor de barriga, pecho o cabeza, náuseas y vómitos.
Secuelas del acoso escolar en la edad adulta
También se ha observado que estos pequeños cuando crecen pueden convertirse a su vez en maltratadores de otros compañeros de menor edad, o incluso de su pareja. Estas secuelas van a hacer que al llegar a adulto tenga:
- Más riesgo de consumir sustancias ilegales.
- Mayor propensión a participar en peleas o a llevar a cabo actos delictivos.
- Tendencia a no responsabilizarse de las consecuencias de sus actos.
- Falta de empatía, por lo que no tienen en cuenta los sentimientos de otras personas.
- Problemas a la hora de establecer relaciones con los demás, sobre todo en la intimidad.
Todo lo anterior se debe al efecto que produce en el acosado una situación de amenaza y coacción continuada en el tiempo, en una época tan delicada como es la de la formación de la personalidad y de las primeras experiencias con el sexo contrario.
Fuente: WebConsultas