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La Pandemia de COVID-19 ha cambiado nuestras vidas, hemos tenido que adaptarnos al aislamiento social, explorando nuevas formas de contactarnos, trabajar, aprender e interactuar. En este contexto, los niños y niñas también han sentido los efectos de la situación de emergencia, no solo afectó la vida de sus familias y los ritmos del hogar, se han interrumpido los servicios de educación, salud y programas sociales de Primera Infancia a los que asistían.

Las familias están ahora a cargo de la atención de sus niños y niñas todo el día, este cambio puede ser una gran oportunidad, si existen condiciones para enfrentar adecuadamente los efectos de la emergencia, pero también es evidente que este momento puede generar una situación de incertidumbre, desconcierto o temor. El contexto familiar se agrava con el deterioro o reducción de ingresos que afectan los gastos esenciales para mantener la salud, la nutrición y el bienestar en el hogar. El aumento de los niveles de estrés y el inminente riesgo de violencia, maltrato o abandono está presente en la vida de niños y niñas; a esto se suma las escasas alternativas de acompañamiento y soporte en momentos de emergencia.

Lo avanzado en Políticas públicas en primera infancia se desaceleró, quedando pendiente la Agenda 2020 de la Estrategia de Gestión Territorial Primero la Infancia, que se venía construyendo desde un esfuerzo colectivo y articulado de varios ministerios en nuestro país. En esta coyuntura, se interrumpió la continuidad de los servicios educativos, de salud, vacunas, control de crecimiento y desarrollo o programas sociales. Las niñas y niños están en riesgo de afectar su salud, bienestar, nutrición y desarrollo.

Desde educación, se ha implementado la estrategia Aprendo en Casa (en entornos televisivos, radio y on-line), los programas sociales y de salud están planteando reajustes a sus estrategias y regulación normativa para brindar la atención a distancia y retomar la progresiva reactivación de sus servicios. Esta situación tendrá efectos en la etapa más importante de la vida de niños y niñas:

  • Cuando su cerebro logra el mayor potencial en densidad sináptica, cuando se están construyendo los aprendizajes cognitivos, sociales, afectivos y físicos que serán la base del desarrollo humano. Es decir, cuando adquiere por primera vez aprendizajes fundamentales que utilizará durante toda su vida, como la lengua materna, el dominio de habilidades motrices como caminar, correr, saltar, subir escaleras o explorar objetos; cuando logra identificar a su cuidador principal o figura de apego, reconocerse en un espejo, identificar su nombre y el de las personas cercanas, reconociéndose como una persona individual y social, entre otros muchos y significativos aprendizajes.

Ahora, que los niños y niñas están en sus casas, con sus familias. Es tiempo de reinventarse

educación inicial en covid

  • En el aniversario número 89 del Día de la Educación Inicial, las y los docentes también podemos reinventarnos y reorientar nuestros esfuerzos en el soporte a las familias, potenciando el talento de los padres y madres como los grandes aliados de la educación de sus hijos e hijas.
  • Necesitamos identificar las habilidades parentales, las prácticas de crianza en los diferentes contextos y reconocer las fortalezas de las familias para mejorar la calidad del cuidado y los vínculos.
  • Reconocer, que si bien la centralidad de la atención está en los niños y niñas, las intervenciones deben focalizarse en las familias.

En estos tiempos, muchas IEI vienen usando, creando o promoviendo espacios de contacto con las familias, lo que representa una gran oportunidad. Es posible que, en este contexto las niñas y niños pequeños encuentren menos atractivos los recursos informáticos o telefónicos para aprender, ya que en edades tempranas se requiere de exploración, interacción, contacto y juego, además que no es una opción para los niños y niñas menores de 3 años. Los medios de comunicación masiva, las redes sociales, las estrategias de teleorientación o telemonitoreo pueden ser una alternativa efectiva para acompañar a las familias. Esta situación nos brinda dos ventajas: (1) fortalecer las habilidades parentales y mejores prácticas de crianza, promoviendo aprendizajes para la vida, de autocuidado y prevención de la salud; (2) mejorar la calidad de los vínculos e interacciones entre padres e hijos, generando grandes beneficios en el desarrollo afectivo, cognitivo, físico y social.

Los retos para la Educación Inicial:

  • Generar intervenciones universales de acompañamiento a las familias, que brinden soporte, información, fortalezca habilidades parentales para el cuidado, los vínculos y las interacciones.
  • Mejorar la calidad y el acceso a los servicios de Primera Infancia, centrados en el protagonismo del que aprende, con materiales y espacios lúdicos, con una perspectiva integral, inclusiva, pertinente a los diferentes contextos y diversidad cultural, que incluya a niños y niñas con discapacidad, que tenga en cuenta las características de las poblaciones indígenas, rurales, bilingüe y atienda las necesidades de la población migrante, evitando que «nadie se quede atrás».
  • Pasar de las acciones sectoriales a las intervenciones articuladas, complementando servicios educativos con atenciones de salud, nutrición, cuidado ambiental, protección y asistencia social.
  • Fortalecer las capacidades de los docentes, para «aprender a aprender» en tiempos de cambios, para ser formadores de otros adultos (familias o cuidadores principales), para promover investigación, innovaciones pedagógicas y gestión educativa, para usar las tecnologías y redes sociales al comunicar, brindar información y acompañar a las familias.
  • A los docentes, nos toca el reto de entender la situación que viven sus familias, evitando estandarizar procesos pedagógicos, proponer acciones más individualizadas y pertinentes a las necesidades reales de sus niños y niñas. Si bien las estrategias de soporte o acompañamiento a las familias reconocen y aprovechan el rol activo de los padres en los aprendizajes de sus hijos, también es importante tener en cuenta que están afrontando múltiples responsabilidades en casa para el sostenimiento del hogar, alimentación, limpieza, los cuidados para evitar que el virus ingrese a sus hogares, en algunos casos pueden estar afectados o afrontando situaciones de enfermedad o pérdida de amigos o familiares, sumado a la preocupación e incertidumbre de la situación de emergencia, que puede afectar la calidad de los cuidados, especialmente en los más pequeños. Hoy nos toca promover quedarse en casa y priorizar los cuidados y las interacciones afectivas.

Fuente: Universidad Cayetano Heredia

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