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Las artes conforman un lenguaje que se mueve a través de diferentes elementos, como el movimiento, un gesto, la palabra, la imagen o la luz, entre otros, que permiten expresarnos. Y tienen como particularidad: la creatividad siempre está implícita”, explica la antropóloga Maritza Díaz, directora del Centro de Expresión Artística y jardín infantil Mafalda.

En ese sentido, es una manera de vivir, de ser integral, y cuando los niños tienen contacto con el arte desde temprana edad, los beneficios son múltiples. Mejor dicho, no implica que los niños se vuelvan artistas, cantantes o bailarines, sino que experimenten diversas actividades que les permitan ser sensibles y crecer como personas.

Para María Francisca Roldán García, coordinadora del programa infantil y juvenil de formación artística de la Facultad de Artes de la Universidad Javeriana, lo que hace el arte es dar conciencia a las emociones, sensaciones y de todos los conflictos que el ser humano tiene dentro; es un sistema completo que se trabaja desde temprana edad.

Es así como el arte es más que un talento, es un proceso de sensibilización ante la vida. Por eso, lo recomendable en sensibilizar a los niños ante el mundo. Roldán enfatiza en que, “al hacerlos más sensibles, los niños se vuelven mejores seres humanos. Eso permite que el niño se conozca tanto que puede llegar a decir qué es lo que más le gusta”.

El arte es una buena estrategia para la educación en todas las áreas. En la primera infancia potencia el pensamiento creativo, reflexivo y crítico. Es una herramienta de aprendizaje que estimula a crear e innovar.

Para María Francisca, “las actividades artísticas hacen que el niño mantenga su atención y, a la vez, tenga la capacidad de mantener esfuerzos sostenidos en el tiempo”.

Pero, además de estimular sus capacidades intelectuales, el arte es una forma de comunicación entre padres e hijos. Lina María Idárraga, pedagoga escolar especialista en artes escénicas para niños, asegura que a través de la pintura, los dibujos, los juegos con plastilina o, incluso, el baile, los padres pueden conocer lo que inquieta a sus hijos, pues “muchos se quejan de que en la edad preescolar no les hablan y responden a todo con monosílabos. Entonces se quedan sin saber cómo les fue en el colegio o qué comieron al almuerzo”. Pero si entran en un juego de interacción, confianza y diversión, se darán cuenta, a través de esas expresiones, lo que quieren averiguar de sus hijos.

Mónica Pacheco, directora artística de la Escuela de Ballet Ballarte, asegura que la práctica de cualquier arte aumenta la capacidad de expresarse, frente a los pequeños que se limitan a las labores escolares. Por ejemplo, un niño puede empezar a plasmar sus pensamientos en un papel y luego verbalizarlos; es decir, compartirlos con su entorno. Incluso, se aumenta su autoestima y confianza.

Bruno Lázzaro, quien ha sido presentador de programas infantiles, asegura que el arte estimula todos los sentidos. “Te hace pensar con cada parte del cuerpo, porque, por ejemplo, si debes hacer una rueda de pintura, puedes probar con los pies; además, estás estimulando la visión. Si haces una máscara con sobras de desayuno, entonces también usas el olfato”. El arte puede hacerse de mil formas; cada niño lo interpreta a su manera. “Es tratar de tener metas y lograrlas, que entiendan que está bien probar. Un pequeño puede pintar un muñeco hasta con 20 ojos, si le parece”.

A divertirse

A veces a los adultos les cuesta identificar las expresiones artísticas de sus hijos, pues tienden a pensar que si no hay témperas, papel o una canción, no hay arte. Incluso, muchos no saben que desde que están en el vientre de la madre, los niños ya viven el arte. “Aprenden de literatura con la sonoridad de las palabras de su madre, se están moviendo y están haciendo gestos. De una manera, tocan y palpan lo que está a su alrededor”, explica Díaz. Es así de simple; pero hay que aprender a identificarlo y a valorarlo.

“Los chicos, desde los 0 a 7 años están en una etapa muy concreta y necesitan que todo sea a través de sus sentidos”, dice María Francisca.

Y uno de los factores clave es el juego, pues es la principal acción que debe guiar los procesos de desarrollo y aprendizaje de los niños. Es decir, el objetivo de todas las actividades que estén relacionadas con el arte debe ser el disfrute y la generación de un vínculo con el otro.

La segunda clave es la exploración. A los pequeños se les debe permitir que prueben, se comuniquen, toquen, se muevan. Es decir, que vivan libremente. Así no se encasillan desde pequeños en una sola dinámica, sino que experimentan por sí solos hasta cuando se encaminen, de manera autónoma, por una sola actividad.

La antropóloga Maritza Díaz dice que el talento no se registra a una edad determinada, sino que “hay momentos de la vida en que los pequeños demuestran que hay una pasión hacia algún lenguaje. En el momento en que espontáneamente lo demuestren, se debe responder a ese interés, pero no en detrimento de los otros”, señala.

Un menú para escoger

Música

Permite desarrollar habilidades emocionales, sociales, corporales, conceptuales y lingüísticas. Para esto se recomienda:

• El niño se puede estimular musicalmente al hablarle, cantarle y favorecer los momentos de escucha. “Escuchar es el acto musical más serio que podemos ofrecer a nuestros hijos. De la calidad con que los niños escuchen en los primeros años de vida, depende la producción del lenguaje y, asimismo, la de melodías, ritmos y acompañamientos musicales”, indica Carmenza Botero, directora de Malaquita proyecto musical.

• Muchas veces los papás quieren que los niños canten rápido para tener evidencias de su musicalidad, pero en principio se recomienda que les permitan y propicien espacios para escuchar atentamente, bien sea el canto de la madre, la historia de la abuela, la música preferida de papá o los pajaritos. El canto llegará luego, cuando el aparato fonatorio madure y cuando el ‘disco duro’ ya tenga algo que contar o, más bien, cantar, explica Botero.

• Desde los 0 a 6 años de edad, Carmenza recomienda que los niños hagan coreografías para, con el movimiento, evidenciar los cambios de ritmos o de instrumentos.

• María Francisca aconseja, además, trabajar con instrumentos de percusión menor (cajas chinas, maracas, panderetas, palitos, elementos con semillas), pero siempre de la mano de las canciones.

Artes visuales

Dentro de estas se encuentran la plástica y la animación. En las artes visuales se trabajan la forma, el color y los materiales. Las formas delimitan el espacio; estas también permiten conocer las dimensiones. Incluso, con ellas se hacen ejercicios de selección y sucesión.

El color permite conocer los matices, los tonos, que los ayudan a ser más creativos. Los materiales estimulan el tacto. También permiten desarrollar capacidades de diferenciación, identificación y clasificación.

Las artes plásticas, en general, fortalecen el trabajo manual y optimizan la coordinación visomotora y visomanual. Trabajar con los colores y las luces permite, además, potenciar la capacidad de atención del pequeño.

Actividades aconsejables

• Leonor Moncada, maestra en artes plásticas con posgrado en educación de museos, dice que desde los 2 años se puede empezar a jugar y a experimentar con la pintura, pero solo con las manos. No se necesita ningún otro instrumento.

• A los 3 años se espera que empiecen a jugar con las plásticas, porque su desarrollo psicomotor está más avanzado. Luego, con todo aquello que se pueda manejar fácilmente con las manos, como la plastilina y la pintura. Y, si se desea darle una herramienta de agarre, las crayolas grandes y gordas son las más recomendadas.

• A partir de los 4 es que empiezan a ser más conscientes. Se les pueden dar instrumentos más específicos, como pinceles. También se les puede colocar papeles grandes, como murales.

• Por ningún motivo se recomiendan los libros para colorear, pues limitan la creatividad, según Maritza Díaz.

• En cuanto a las artes plásticas, lo más importante es conocer en qué momento del desarrollo está el niño.

Movimiento y conciencia corporal

• Los bebés, “de manera natural, van a tratar de agarrar cosas, a empezar a tener dominio sobre sus partes del cuerpo. Empiezan a desarrollar la coordinación ojo-mano, a fortalecer los músculos de su columna, a sostener la cabeza erguida. El proceso de gateo es una etapa muy importante, porque es la que va a permitir después afianzar la lateralidad y el equilibrio corporal”, señala María Carolina Vélez, docente de danza y movimiento creativo.

• Se puede colocar el juguete favorito adelante, cuando el bebé está boca abajo, para que él trate de arrastrarse hacia él.

• El estímulo auditivo es importante para fortalecer el movimiento.

 Después del año de edad, se aconsejan los juegos de imitación, “pero no una imitación que los lleve a hacer con su cuerpo como si fueran, por ejemplo, un gato; que el niño no imite solo algo, sino que conozca cómo son sus manos, su espalda, sus pies, etc.”, asegura María Carolina Vélez.

• A los 2 años y medio, que empiezan a ir al colegio, identifican formas u objetos de la cotidianidad. Entonces, pueden hacer como una pelota. O, con el brazo, imitar el columpio de un parque, indica la experta en movimiento.

• Cuando están más grandes, no se recomienda un juego de roles impuesto, sino que ellos desarrollen su propia identidad y se les permita actuar como se les ocurra, que lo descubran.

• En las obras de teatro y coreografías, hay que hacerlos partícipes, no solo del espectáculo final sino de todo el proceso creativo.

• En cuanto a la danzas como tal, Mónica Pacheco, directora de la escuela de ballet Ballarte, dice que “les permite estar en contacto con la gente, aprenden a trabajar en equipo, se forma su carácter, pues siguen instrucciones y aprenden a conciliar con sus compañeros”.

• Según Bruno Lázzaro “el baile estimula la coordinación, libera energía y mejora los estados de ánimo”.

• Las artes escénicas también permiten descubrir desde temprana edad las habilidades para bailar, cantar y actuar. A los más pequeños se les enseña a manifestar sus emociones a través de los gestos; a los 2 años se involucran todas las partes del cuerpo, y a los 3 ya se hacen montajes teatrales. Pero es a los 4 años cuando pueden salir solos al escenario y disfrutar al máximo el proceso creativo.

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