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Algunas veces observamos que nuestros hijos se saturan con las tareas asignadas. Llega el día anterior a la presentación del trabajo y se abruman o las tareas se juntan con otras actividades, como estudiar para una evaluación, etc.

Todo ello puede generar rechazo por las actividades escolares, atribuyendo “culpas” al entorno como “las tareas son difíciles” o “dejan muchas tareas”, asumiendo poca o ninguna responsabilidad y cuando en el fondo no se trata solo de ello, sino que entra a tallar un factor importante: la distribución del tiempo.

¿Qué tanto nuestros niños han aprendido a organizar sus actividades y el tiempo que le asignan? La organización y distribución del tiempo implica plantear las acciones y con ello convertirlas en un hábito, éstas pueden aprenderse y sobre todo formarse desde etapas tempranas, para algunos será más o menos difícil, sin embargo la clave es la constancia.

La distribución del tiempo se orienta en los más pequeños en el hogar para que la interioricen y sean autónomos. Los beneficios son muchos tomando en cuenta que podemos empezar con lo básico como otorgar tiempo para la recreación y juego, los horarios de alimentación, descanso y para realizar las actividades escolares. Con estas últimas actividades el estudiante debe considerar la organización de sus materiales, la realización de tareas y retroalimentación de los temas aprendidos; todo ello acompañado por el adulto, tomando como referencia la consigna “Todo tiene su momento” y anticipando el cambio de actividad para prepararlos y para que tengan mejor disposición.

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