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Los dolores de crecimiento son descritos por los niños como molestias agudas tipo pinchazo o calambres en una o ambas piernas. Se suelen localizar a nivel de los muslos o la región posterior de rodillas y gemelos, de forma difusa. Es una afección frecuente en la infancia, especialmente en dos tramos de edad: de los 3 a los 5 años y también de los 8 a los 12 años, afectando por igual a ambos sexos. Es característico que el dolor se refiera a los miembros inferiores, y no a ninguna otra parte del cuerpo.

El dolor aparece al final de la tarde-noche y también durante el sueño, llegando a veces a despertar al niño. Aunque puede asustar un poco a los padres, en la exploración de las piernas no hay ningún dato de alarma: no hay rojeces, edemas, hinchazones ni hematomas. Es un dolor subjetivo expresado por el menor, pero que externamente no se manifiesta de ninguna forma.

Lo habitual es que el dolor ceda por sí solo o con algún analgésico suave, y a la mañana siguiente el niño se despierte tranquilo, sin ningún tipo de dolor, haciendo su vida completamente normal. No produce cojera, ni dolor de cadera, ni fiebre, ni ninguna otra sintomatología.

Causas de los dolores de crecimiento

Aunque clásicamente se han llamado ‘dolores de crecimiento’, no está demostrado que tenga que ver con el proceso de crecimiento del hueso o del músculo, pero al producirse en esta franja de edad en la que son frecuentes los estirones, se le ha llegado a conocer popularmente así.

De hecho, en muchas ocasiones ese dolor muscular será más bien secundario al cansancio y a la actividad acumulada por el niño durante todo el día. Los niños hacen mucha más actividad física en un día que un adulto: corren, trepan, juegan en el recreo, hacen deporte, actividades extraescolares…

Se han realizado diversos estudios para conocer si existen factores hormonales relacionados con la aparición del dolor, pero no se ha podido establecer ninguna causa exacta. Estos dolores aparecen en más del 30% de los niños de todas las razas y en ambos sexos.

Cuándo consultar al médico si tu hijo tiene dolor de crecimiento

Las características principales del dolor de crecimiento son que no presenta ninguna otra sintomatología asociada, que predomina por la noche y que desaparece completamente por la mañana, no afectando de ningún modo a la actividad normal del niño. Además, el punto donde los niños se señalan al referir el dolor es siempre el área muscular (pantorrillas, muslos…), pero no en las articulaciones.

Sin embargo, cuando los dolores son de tipo osteoarticular y se acompañan de otros síntomas, pueden ser secundarios a algún proceso más importante y será necesario consultar con el pediatra. Habrá que solicitar cita si se asocian a:

  • Dolor persistente, no solo durante la noche, sino todo el día.
  • Dolor que no mejora con la analgesia habitual.
  • Dolores generalizados no solo en piernas, sino también en hombros, codos o muñecas.
  • Cojera.
  • Fiebre.
  • Hinchazón, edema o rojez de las articulaciones (rodillas, tobillos…).
  • Dolor muscular asociado a erupciones o rojeces en la piel que no desaparecen.
  • Debilidad extrema y vómitos.

En estos casos será necesario consultar con el pediatra, que realizará las pruebas pertinentes para descartar afecciones más importantes. Se solicitará analítica de sangre y prueba de imagen, como radiografía; en el caso de que haya dolor intenso de cadera con cojera se solicitará una ecografía, para descartar artritis.

De forma general, un dolor en las piernas que cede por el día y no se asocia a otra sintomatología no precisa ninguna prueba complementaria.

Cuál es el tratamiento de los dolores de crecimiento

Los dolores de crecimiento curan por sí solos dejando pasar el tiempo, y a partir de la pubertad desaparecen completamente. Ahora bien, si hay niños en los que sucede con frecuencia se pueden adoptar algunas medidas:

  • Dar un baño relajante por la noche en lugar de una ducha rápida, para favorecer la distensión de los músculos.
  • Realizar masajes en la zona de los gemelos antes de dormir, con aceites o cremas hidratantes. No es necesario el uso de pomadas que lleven antiinflamatorios.
  • Utilizar almohadillas eléctricas para aplicar calor local.
  • Relajar al niño antes del sueño de una de las mejores formas posibles: leyéndole un cuento.

De forma ocasional se pueden administrar analgésicos (paracetamol o ibuprofeno), pero si necesita tratamiento farmacológico con frecuencia (más de 3-4 veces al mes) para que el dolor remita, estaría indicado también consultar con el pediatra.

En cualquier caso, lo que conocemos como dolores de crecimiento es una entidad absolutamente normal en niños y niñas en edad escolar y que cura completamente, sin dejar ninguna secuela.

Fuente: WebConsultas

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