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El bienestar de los niños es una de las mayores preocupaciones cuando una pareja se divorcia. Un equipo multidisciplinar procedente de las universidades gallegas de Vigo, A Coruña y Santiago de Compostela acaba de publicar un estudio  en la revista científica European Journal of Education and Psychology (EJEP) en el que analizan cómo el divorcio puede afectar a la salud de los niños, tanto a nivel físico como psicoemocional.

Tras realizar un análisis estadístico y demográfico en el que participaron casi 500 niños y adolescentes, con edades comprendidas entres los dos y los 18 años, los investigadores encontraron que los hijos de padres separados tienen prácticamente el doble de riesgo de desarrollar patologías de tipo genitourinario, gastrointestinal y dermatológico, así como problemas neurológicos y conductuales, que los niños que viven en familias nucleares.

Los autores del estudio, encabezado por el investigador y catedrático José María Martinón, creen que el origen de dichos problemas no se encontraría en el divorcio en sí mismo, sino en el manejo inadecuado de la ruptura. Así, ponen de manifiesto que los altos niveles de conflicto, la falta de cooperación de uno de los progenitores, o la violencia dentro de la familia, aumentan el riesgo involucrado en el divorcio y su impacto en la adaptación del niño.

Ese manejo inadecuado es lo que los expertos llaman estrés tóxico y advierten de que, prolongado en el tiempo, tiene inevitablemente consecuencias, como han podido observar, ya que provoca una intensa y prolongada activación de las respuestas al estrés del cuerpo, que son la principal causa de los problemas físicos referidos.

Soporte para familias separadas

Las cifras de divorcios van en aumento en el mundo occidental. De hecho, según la última encuesta Eurostat (2015) casi el 6% de los europeos se han enfrentado a este tipo de procesos. Conocer las consecuencias que tiene esto para las familias, especialmente para los niños, es vital para que las instituciones y asociaciones centren sus esfuerzos en darles soporte emocional, logístico o legal, con el objetivo de reducir así el estrés tóxico.

En muchos países es común encontrar programas de información y de apoyo a la separación organizados por los propios tribunales de familia. En ocasiones, incluso, son de obligado cumplimiento cuando los padres inician los trámites de divorcio, solicitan la custodia, o exigen el derecho de visita. Teniendo en cuenta los hallazgos de los investigadores españoles, el apoyo a través de este tipo de programas cobra más sentido que nunca, para evitar en la medida de lo posible que el estrés tóxico interfiera en la salud de los menores.

Fuente: WebConsultas

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