Los resultados de un nuevo estudio, que se ha publicado en British Medical Journal Open, revelan que en los países donde está prohibido el castigo físico a los niños, tanto en casa como en el colegio, la violencia juvenil es entre un 42% y un 69% más baja, en comparación con lo que ocurre en aquellos países donde los castigos corporales no están limitados por ninguna norma.
Los investigadores de la McGill University de Montreal (Canadá) que llevaron a cabo el estudio, analizaron los datos procedentes de dos estudios internacionales en los que se había encuestado a más de 400.000 adolescentes de entre 13 y 17 años de edad, procedentes de 88 países. Los menores habían informado sobre sus hábitos respecto al consumo de tabaco, alcohol o drogas, la conducta sexual, con qué frecuencia se involucraban en peleas, y cuántas veces les abofeteaban o castigaban físicamente para corregir su comportamiento.
Sus respuestas se correlacionaron con la información proporcionada por cada país sobre la prohibición, o no, de los castigos corporales. Los países, a su vez, se dividieron en grupos dependiendo de este criterio: aquellos en los que existía una prohibición total del uso del castigo físico en el hogar y la escuela (30 países, la mayoría de los cuales estaban en Europa); aquellos en los que estaba prohibido en la escuela, pero no en el hogar (38 países, entre ellos China, Estados Unidos, Canadá y Reino Unido), y aquellos en los que no estaba prohibido (20 países).
La violencia engendra violencia
La investigación ha confirmado un dicho popular: ‘la violencia engendra violencia’, ya que los autores del trabajo comprobaron que los niños y adolescentes que viven en países donde están totalmente prohibidos los castigos físicos infantiles muestran mucha menos violencia que los que residen en lugares donde estos castigos sí están permitidos. Aunque en los casos en los que la prohibición de estos castigos era solo parcial, como ocurre en Canadá, EE.UU. y Reino Unido, la prevalencia de la violencia física era menor (un 56% menos) solo en las mujeres jóvenes.
En un trabajo anterior basado en un análisis de 75 estudios realizados durante más de 50 años, ya se había observado que los castigos corporales a los niños generaban agresividad y provocaban que estos tuvieran problemas de salud mental –como ansiedad y depresión– y en sus relaciones sociales durante la etapa adulta.
El nuevo estudio es observacional, y por ello sus autores advierten de que no han podido determinar la causa de esta asociación, pero que los resultados añaden nuevas evidencias sobre la relación entre el castigo físico y el bienestar de los adolescentes, y avala la hipótesis de que este tipo de castigos aumentan las conductas no deseadas y el riesgo de que los afectados cometan agresiones.
En España, aunque la mentalidad ha cambiado mucho a este respecto durante las últimas cuatro décadas, todavía hay un porcentaje de la población que considera aceptable dar un bofetón o un azote a un niño. La violencia ejercida contra un hijo, que Unidos Podemos compara con la violencia de género, podría ser totalmente prohibida en nuestro país mediante una norma –la Proposición de Ley Orgánica de Promoción del Bien Trato y Erradicación de las Violencias contra la Infancia y la Adolescencia– que este grupo político acaba de registrar en el Congreso de los Diputados.
Fuentes: WebConsultas