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El Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana ha advertido que el uso de un calzado inadecuado puede provocar deformaciones en los pies, y recomienda que se preste «especial atención» cuando los niños tienen entre doce meses y tres años, porque se trata de una etapa del desarrollo infantil en la que se determina la forma básica del pie, y durante la que los pequeños afirman su capacidad de caminar.

Con motivo del regreso a las actividades escolares, los padres suelen adquirir el equipo para el nuevo curso que, además de los libros y el material educativo, incluye calzado y ropa; por eso en estas fechas, el Colegio de Podólogos aprovecha para destacar la importancia de escoger un calzado que resulte apropiado para el pie del niño, y que contribuya a favorecer un desarrollo y crecimiento óptimos.

Y es que, de acuerdo con estos expertos, el uso de un calzado inadecuado durante la infancia puede provocar que los dedos se deformen, que las uñas se vean alteradas o, incluso, originar problemas más severos como trastornos de la marcha y agravamiento de estas u otras afecciones congénitas.

Hasta que el bebé cumple 12 meses el calzado tiene como única función proteger al niño del frío, la humedad y el contacto con el suelo u otras superficies. Sin embargo, a partir de esta edad y hasta los tres años se forman los arcos naturales y es necesario prestar la debida atención a los zapatos, que se convierten en un recurso para prevenir la aparición de deformidades, además de ayudar a los menores a marchar correctamente.

Cómo elegir un buen calzado para los niños

El Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana ha detallado una serie de recomendaciones que pueden guiar a los padres a la hora de elegir un buen calzado infantil:

    • El calzado idóneo es el que protege el pie sin alterar la marcha, favoreciendo la realización normal del paso, y se adapta desde el principio a las dimensiones del pie del niño.
    • No hay que obligar a caminar a los bebés que, de forma natural, darán sus primeros pasos entre los 12 y los 18 meses.
    • Algunas deformaciones podrían ser congénitas, y es posible que se corrijan durante los primeros años.
    • Se debe escoger la talla adecuada porque un gran porcentaje de las molestias que sufren los menores de tres años tienen su origen en lesiones ungueales debidas a cortar las uñas de forma inadecuada y al uso de calzado demasiado pequeño, que las comprime y lesiona.
    • Es preciso acudir al especialista si el niño, a partir de los tres años de edad, presenta anomalías como pie plano o cavo, rotaciones en los pies, o sufre caídas reiteradas o dolor por las noches, porque podría tratarse de síntomas de otros problemas.
 
  • Los zapatos u otro calzado no deben ser utilizados por distintos niños porque adquieren la forma de los pies del primer usuario.
  • El calzado debe estar confeccionado con materiales naturales y flexibles, para permitir la transpiración y la libertad de movimiento, y constar de velcros, cordones, hebillas, u otros elementos de sujeción, y carecer de costuras o piezas internas que puedan ocasionar rozaduras.
  • El calzado debe ser, aproximadamente, un centímetro más largo que el pie, para que este pueda crecer correctamente y facilite los movimientos naturales del niño al caminar.
  • Es recomendable que se examinen periódicamente los pies de los niños en edad escolar para comprobar que se están desarrollando correctamente, porque es muy habitual que los niños que presentan alguna alteración en los mismos no se den cuenta ya que, cuando están creciendo, los huesos de los pies son muy flexibles, hasta el punto de poder torcerse o deformarse sin causar dolor.

Fuente: WebConsultas

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