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Es normal que los niños más pequeños aún no tengan el autocontrol suficiente para gestionar adecuadamente sus emociones y pensar las cosas antes de hacerlas. Por eso, la educación que les brindan sus padres es fundamental para que los menores vayan aprendiendo cuál es la mejor forma de actuar en cada situación que se les presente. Existen diferentes herramientas y métodos para que los niños traten de evitar aquellos comportamientos más impulsivos, aunque hay uno en concreto que los psicólogos recomiendan muchísimo: la técnica de la tortuga.

Se trata de un ejercicio que algunos expertos presentan como un juego didáctico en el que el único requisito que los padres necesitan para que funcione es retener en la memoria un curioso cuento. Esta es la historia que deberás relatar a tu niño:

“Había una vez una pequeña tortuga que tenía (la edad del niño) años y se llamaba Petra. Aunque en el fondo era un animalito bueno y cariñoso, muchas veces se portaba muy pero que muy mal. No le gustaba ir al cole porque prefería quedarse en casa en compañía de sus padres y hermanito. En la clase, no prestaba atención a lo que le enseñaban y le daba igual salir de la escuela sin haber aprendido nada, ¡qué pereza le daba pensar en las matemáticas! Y de los deberes ni se acordaba…Toda su familia y amigos estaban muy disgustados con Petra, ¿es que no cambiaría nunca?

Para colmo, no paraba de meterse en problemas. Se enfadaba enseguida con cualquier persona. Si alguien le empujaba sin querer en el recreo o si la profe le reñía, se alteraba muchísimo. ¡Vaya genio! Eso sí, Petra se sentía fatal en el fondo pero no sabía cómo controlar su ira que le hacía tener estos comportamientos tan violentos…

Un buen día, estando nuestra Petra tristona después de haber causado una pelea, se encontró con una tortuga muy anciana que había vivido ya mucho, ¡tendría 200 años por lo menos! Cuando la sabia tortuga la vio tan afligida, no dudó en aconsejarle:

-La solución está en ti misma, en tu caparazón. Cada vez que te sientas llena de rabia y no sepas cómo controlarte, escóndete en él y cuenta despacito hasta 10 en silencio mientras respiras muy profundamente. Durante este tiempo, pregúntate cómo y por qué te sientes así para luego tratar de encontrar una solución que llevarás a cabo una vez que salgas del caparazón. Verás que te sentirás mucho mejor y más calmada-.

Petra entonces decidió poner en práctica las palabras de la longeva tortuga y… ¡descubrió que funcionaba! Desde ese día, cada vez que le reñían o las cosas no le salían como quería, contaba hasta 10, reflexionaba y se tranquilizaba, evitando así reaccionar de una mala manera.

La pequeña tortuga aprobó a final de curso todas las asignaturas, hizo muchos amigos y la profesora quedó contentísima con ella. Jamás se la volvió a ver enfadada en el cole, ¡nuestra amiga aprendió una valiosa lección!”

¿Cuáles son los objetivos de este ejercicio?

Aunque el cuento está pensado para la conducta del niño en el colegio, se puede extrapolar a todo tipo de situaciones y entornos. Los fines que persigue esta historia son varios.

  • Enseñar al pequeño a relajar sus músculos ante la intensidad de la emoción y rebajar el estado de tensión.
  • Hacer que el niño sea capaz de identificar el estado emocional en el que se encuentra y descubra cuál es la causa de su comportamiento de rabia e ira.
  • Buscar una solución al problema para poner en práctica y que le permita calmarse y reaccionar de una manera diferente.

Fuente: Ser padres

Valoraciones

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  1. Cecy Torres Escobal

    Cuéntame cómo aplicas la técnica de la tortuga. Gracias

  2. Elizabeth Ayala

    Gracias

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