En los países de ingresos medios y bajos, aproximadamente 250 millones de niños no logran alcanzar su potencial de desarrollo. Una manera de ayudar a estos niños a prosperar es apoyar a sus padres y cuidadores para que brinden atención receptiva, que es un componente importante del Cuidado Cariñoso y Sensible y una práctica que se ha demostrado que apoya el desarrollo socioemocional y cognitivo de los niños.
¿Qué son las interacciones sensibles y receptivas para el aprendizaje?
Un cuidador sensible y receptivo es alguien que frecuentemente hace participar a los niños en interacciones sensibles y receptivas para el aprendizaje (RIFL, por su sigla en inglés), o sea, interacciones que se caracterizan por incluir dos elementos clave: sensibilidad y estimulación. “Sensibilidad” significa darse cuenta de cómo se sienten los niños (por ejemplo, cansados, molestos o con hambre) y responder con empatía para ayudarlos a satisfacer sus necesidades. Por otro lado, la “estimulación” consiste en reconocer qué les interesa a los niños y qué son capaces de hacer en un momento dado, y responder con el nivel adecuado de apoyo e incentivos para ayudarlos a aprender nuevas palabras, conceptos, habilidades, etc. Cuando los cuidadores son sensibles y capaces de estimular a los niños, ellos se sienten seguros, contenidos e interesados en lo que está sucediendo a su alrededor, lo que a su vez maximiza su aprendizaje.
Cómo medir el cuidado sensible y receptivo de manera eficaz
El cuidado sensible y receptivo no se puede medir con precisión mediante autoinformes, ya que los cuidadores solo pueden informar sobre las respuestas a las señales del niño que ellos perciben, pero no sobre las que pasan por alto o malinterpretan. Otra razón por la que los autoinformes no son una buena fuente de información en esta área es que los cuidadores quieren parecer buenos cuidadores. Por lo tanto, para identificar qué tan sensible y receptivo es un cuidador, hay que observarlo cuando interactúa con el niño (evaluación por observación). Si bien muchas evaluaciones por observación requieren mucho tiempo y trabajo, un instrumento desarrollado recientemente, la medida de Interacciones Sensibles y Receptivas para el Aprendizaje o RIFL, reduce este proceso a solo ocho minutos para que se pueda usar de manera eficaz a nivel de la población.
Se necesitan muy pocos recursos para aplicar este instrumento. El cuidador y el niño participan por cinco minutos en un juego cooperativo que plantee desafíos. El juego podría incluir clasificar formas o construir una estructura de Lego, de acuerdo al nivel de desarrollo de cada niño. El evaluador entrenado mira el video de interacción y puntúa al cuidador en once ítems utilizando una escala Likert de cinco puntos (la puntuación toma aproximadamente tres minutos por video). Los once ítems evalúan la medida en que el cuidador identifica y responde a los sentimientos y pensamientos del niño con el que está interactuando, lo que incluye proporcionar al niño direcciones verbales y no verbales significativas, tomar en cuenta lo que el niño sabe y entiende y promover la reciprocidad. Se calcula el promedio de los once ítems, lo que produce una puntuación compuesta del nivel de la sensibilidad del cuidador que oscila entre 1 y 5.
La medida RIFL se validó originalmente para su uso con muestras canadienses de madres, padres, hermanos mayores y educadores de la primera infancia que interactuaban con niños pequeños. Recientemente, la medida de RIFL de crianza se adaptó y probó con éxito en países de ingresos medios y bajos, incluidos Brasil y Perú, y además se está trabajando en ello en China. La capacitación sobre cómo utilizar esta medida está disponible de manera gratuita en inglés, portugués y español a través de un curso asíncrono en línea de código abierto, protegido con contraseña, que ofrece la Universidad de Toronto. Esta capacitación se puede completar en menos de ocho horas. También hay una versión del instrumento disponible para educadores.
Fuente: BID Mejorando vidas