Vestido de paisano, Peter Tabichi tiene un porte tan atlético e imponente que uno se imagina antes que ha ganado el oro de los 100 metros en los Juegos Olímpicos que es un religioso franciscano que ha revolucionado la forma de enseñar Matemáticas y Física en una remota aldea de Kenia. Sin embargo, Tabichi, de 36 años, es el vencedor del Global Teacher Prize, el galardón que cada año desde 2014 entrega la fundación Varkey de Dubái, dotado con un millón de dólares que deben destinarse a fines educativos. «Quiero entregarle el premio a la comunidad», aseguró Tabichi con una sonrisa de anuncio que no abandonó en los tres días del Global Education & Skills Forum, al que este diario acudió invitado por la fundación, que cuenta con 55 colegios en Oriente Próximo
Peter Tabichi, que dona a los pobres casi todo su sueldo, imparte clase en Keriko Secondary School, un colegio en Pwani, una aldea del valle del Rift tan mísera que el 95% de sus alumnos son pobres, a un tercio le falta el padre o la madre y los problemas de drogas, embarazos de adolescentes y suicidios están a la orden del día. Por eso sorprende tanto que sus estudiantes, de 11 a 16 años —algunos recorren siete kilómetros diarios para ir a la escuela—, hayan ganado la competición nacional de Ciencias y el equipo de Matemáticas esté clasificado para un torneo científico y de ingeniería en Arizona (Estados Unidos). Se reconoce, pues, el mérito de una escuela sin recursos, con un ratio de 58 alumnos por clase, un solo ordenador y una conexión a Internet más que mejorable.
El religioso comenzó dando clase en un centro privado, pero pronto se concienció de que hacía más falta en una comunidad más pequeña. La clave de su éxito académico está en el club de ciencia que ha montado, en el que anima a los chicos a experimentar pese a sus escasos medios. «Las nuevas generaciones no van a tener expectativas bajas. África va a producir científicos, ingenieros y empresarios que serán famosos en todos los rincones del mundo, y las mujeres van a tener un enorme protagonismo», augura. Sus estudiantes han diseñado un método para que los ciegos puedan medir y han aprovechado una planta para generar electricidad.
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Los fines de semana Tabichi, que se mueve en moto por las carreteras sin asfaltar, enseña a las familias a cultivar de forma más eficiente y ecológica sus semidesérticas tierras. Y trata de sembrar la concordia en una tierra en la que la tensión entre las siete tribus terminó en una masacre en 2007. Por ese motivo creó también un club de la paz en el que se debate y se hacen actividades juntos.
Tabichi, que se quedó sin madre a los 11 años, solo había salido una vez de su país, a la vecina Uganda, antes de aterrizar en Dubái, capital de la ostentación y el lujo extremo. Toda una aventura en avión —nunca había subido a uno— que compartió con su padre, que fue su maestro en la escuela y es su referente cuando se pone delante de un encerado. Sus tíos y primos también son maestros. Por eso, al pronunciarse su nombre como ganador, el profesor keniano quiso que los focos de la sala también se centrasen en su padre y le agradeció haberle inculcado valores cristianos. «Este premio no me reconoce a mí, sino a la gente joven de ese gran continente. Estoy aquí solo porque mis alumnos lo han logrado. Este premio les da una oportunidad, le dice al mundo que ellos pueden ser lo que quieran», aseguró este domingo al recoger un trofeo aparatoso y de un oro amarillo que refulgía en contraste a su oscura vestimenta.
El maestro, que en los días previos vistió de sport, se puso para la gala el hábito de la orden de San Francisco de Asís, que se ciñe a la cintura con un cordón franciscano de tres nudos para representar la pobreza, la castidad y la obediencia. Un atuendo espartano e insólito en una ceremonia galáctica presentada por la estrella de cine australiana Hugh Jackman, presidida por el primer ministro de Emiratos Árabes, Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, y con sus nueve contrincantes de los cinco continentes ataviados con trajes de noche. Al acto no faltó, a través de un vídeo grabado, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta: «Peter, me das esperanza de que los mejores días de África están cerca. Tu historia iluminará a otras generaciones».
Al Global Teacher Prize se han postulado este año 10.000 candidatos de 177 países. Tras una primera criba quedaron 50 semifinalistas y al desenlace llegaron 10 con perfiles muy distintos, pero siempre con un compromiso muy grande con una comunidad estudiantil rodeada de problemas. Tabichi es el primer hombre que vence, antes lo hicieron cuatro mujeres —ellas son mayoría en la docencia— y en las quinielas entraban los nombres de dos latinoamericanos (Débola Garofalo y Martín Salvetti), pues el subcontinente aún no ha sido premiado pese a tener muchos semifinalistas.