Muchas personas y medios de comunicación preguntan a los psicólogos acerca del impacto psicológico del coronavirus en los niños. Sin embargo, al igual que ocurre con sus efectos biológicos, el miedo asociado al COVID-19 asusta más a los padres que a los niños. En la actualidad se producen escenarios domésticos excepcionales: padres y niños que pasan días enteros juntos, teletrabajo y deberes coincidiendo en casa, parejas que compartían poco más que piso y fin de semana se encuentran una mañana de un martes por primera vez, nuestros queridos abuelos que tanto nos ayudan ahora están aislados en su casa, etcétera.
Parece que el SARS-CoV-2 nos ha hecho cuestionarnos no solo la falacia de control del ser humano sobre el mundo que le rodea, sino el de nuestra forma de vida. Muchos padres viven angustiados, transmitiendo dicha angustia a sus hijos; preocupados por cómo compatibilizar su teletrabajo con tener a los niños en casa, hablando por lo bajo y con disimulo a sus parejas y amigos de las cifras de contagio, altas y fallecimientos…, y creyendo así que transmiten una “falsa” normalidad al pequeño.
Queridos padres, esto es un error, por dos cosas: los niños no son tontos, y las emociones positivas se contagian tanto como las negativas. La falta de información clara, dosificada y ajustada a la edad o nivel de desarrollo del menor, es lo que realmente genera confusión y problemas emocionales en este, porque cuando no tiene respuestas, las responde él mismo con la información que encuentra, muchas veces equivocada.
Manifestaciones emocionales en los niños y formas de gestionarlas
Al igual que en los adultos, la pandemia por coronavirus ha supuesto un significativo cambio en la rutina de los niños, afectando al criterio de normalidad más evidente en todas las etapas escolares: la asistencia al colegio. Este hecho no solo influye sobre la correcta progresión de la adquisición de los conocimientos académicos pautados para cada edad, sino también en la socialización de los más pequeños.
Dependiendo de la edad, los niños podrán comprender en mayor o menor medida la situación. En este sentido, nos encontramos a los más pequeños de etapas de educación infantil preguntado si son vacaciones, si mañana hay cole…, o afirmando que ¡es Navidad! Los de la etapa de primaria, motivados por el añorado interés por el conocimiento y por descubrir cosas nuevas, preguntan sin cesar por el virus, sus consecuencias, etcétera. Estas preguntas se van haciendo más complejas en secundaria, y culminan en preciosas asociaciones de conocimientos en bachillerato.
Tal vez de todas las etapas escolares son los más pequeños (infantil y primaria) quienes más preocupan a los padres por el temor al impacto emocional que el virus les pueda ocasionar, así como por el tiempo que tienen que dedicarles. Respecto al primer temor, que es el que abordaremos en este artículo, quiero dar un mensaje tranquilizador: en general, los niños están menos asustados y más contentos que nosotros (ni en sus mejores sueños hubieran imaginado no madrugar durante al menos quince días en mitad del curso y pasar tanto tiempo junto a sus padres).
Sin embargo, los menores, al igual que los adultos, no son inmunes al impacto psicológico que el COVID-19, focalizado en su posibilidad de contagio e impacto en su rutina, puede ocasionarles. A continuación te explicamos cuáles son las manifestaciones esperables que podemos encontrar en los niños, y qué podemos hacer para gestionarlas:
Manifestaciones normales | ¿Cómo ayudarles a gestionarlas? |
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Ligera confusión por la falta de comprensión del virus y cómo les afecta | En circunstancias normales esta manifestación no tiene que cursar con miedo, pero sí con cierta inseguridad o sentimientos de vulnerabilidad. Por eso, es importante informar a los niños de qué es el COVID-19, cómo no contagiarse, y por qué y cuánto tiempo nos quedaremos en casa. Para ayudaros, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid ha editado un cuento magnífico en el que, con bonitas ilustraciones se les explica a los niños estas cuestiones. Se llama Rosa contra el Coronavirus. |
Sensación de desorganización | La ausencia de rutinas puede hacer que el niño se sienta desorganizado. Por ello, es muy importante (más aún que en el adulto) mantener las mismas rutinas que cuando van al colegio. No hace falta que madruguen, pero tras levantarse a una hora razonable, desayunar y vestirse con ropa cómoda (estar en pijama todo el día no centra a nadie), los días de diario deben hacer las actividades que los profesores están programando para ellos con un gran esfuerzo y dedicación. Posteriormente deben jugar solos y también acompañados, pero recordar que los padres no somos monitores de los niños. Ellos, deben ser capaces de crear su juego con independencia de que en otros les acompañemos.
Así mismo, deben mantener los mismos horarios de sueño y alimentación que cuando hay cole, y las pelis con palomitas por la noche, videoconsolas, etcétera deben restringirse al fin de semana (y, además, con tiempo controlado). Finalmente, si es posible, podemos hacer un poco de actividad física (bailar, estiramientos…) con ellos. Si no establecemos una rutina, será un caos para ellos y para nosotros. En este enlace encontrarás ideas para organizaros y entretenerse durante el confinamiento. |
Aburrimiento | A pesar de llevar a cabo las recomendaciones anteriores, tengamos por seguro que van a existir momentos en los que el niño va a aburrirse y su ánimo (y el nuestro) va a decaer. En lugar de regañarles hay que hacerles entender este hecho como algo normal, haciéndoles ver que también a nosotros nos pasa. Será importante incidir en que la situación es pasajera.
En Webconsultas hemos publicado interesantes artículos sobre qué hacer con los niños en casa estos días. Te animamos a que los revises. |
Tristeza por no ver a sus seres queridos | Esta emoción va a incrementarse a medida que pasen los días, tanto en ellos, como en nosotros. Será normal que echen de menos a sus abuelos, especialmente aquellos que les cuidan o les recogen del cole, a sus amigos, a sus profesores… Tenemos que dar las gracias a las telecomunicaciones que nos van a facilitar estar conectados estos días con nuestros seres queridos (y también trabajar) a través de sus diversas plataformas. |
Irritabilidad | Una de las cosas que más irrita al ser humano es la falta de libertad. En situaciones como esta, la razón del adulto puede ayudar a gestionarla, pero para un niño es difícil. Al igual que con los sentimientos de tristeza, a medida que avancen los días la irritabilidad en el niño va a crecer. Le molestará especialmente la inmovilidad. Es por ello que es bueno realizar alguna actividad física dentro de casa, que tenga tareas y responsabilidades, acompañarles en otras. Será importante recordarle el por qué de las medidas, e insistir de nuevo en que la situación es temporal. |
Como decíamos, la mayoría de los niños manifestarán reacciones emocionales normales como las descritas en la tabla; no obstante, debemos estar atentos a que no aparezcan algunas como las siguientes, que pueden estar indicando problemas emocionales:
Si aparecen algunos de estos síntomas sería recomendable consultar con un psicólogo. Ante la situación actual, los psicólogos seguimos trabajando mediante videoconferencia con la misma frecuencia y normalidad que las consultas presenciales.
Actitudes qué debemos evitar los padres
No nos gustaría acabar este tema sin daros algunos consejos acerca de qué actitudes no son recomendables ante esta situación causada por el COVID-19 con los niños:
- Ocultar a tus hijos información; no hablar de ello, o quitarle importancia.
- Estar todo el día pegado a la televisión escuchando datos de incidencia, noticias, etcétera, como si estuviéramos esperando a que saliese el gordo de la lotería. Recuerda que el niño también las oye y muchas puede no comprenderlas, o alarmarse.
- Estar todo el tiempo quejándonos de tener que estar en casa, o hacer como que la situación es normal. De nuevo aquí, en el medio está la virtud.
- Quejarse de los profesores por la tarea que están mandando a los niños. Es de agradecer el enorme esfuerzo que, como otros profesionales, están haciendo los profesores con su trabajo en todos los niveles educativos, mientras muchos también cuidamos de nuestros hijos.
- Protestar una y otra vez del conflicto que supone para nosotros teletrabajar y estar con los niños. Esta actitud les hará sentir un estorbo. Es importante explicarles que nos sentimos un poco desbordados porque tenemos que seguir trabajando, pero también deseamos (no tenemos que) cuidar de ellos y ayudarles con sus tareas.
- Estar todo el día pegados al móvil escribiéndonos con amigos, mandando mensajes, etcétera, y no hacerles caso. Hay tiempo para todo.
Fuente: WebConsultas