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El proceso de atención es algo complejo y en numerosas ocasiones los niños y niñas se distraen con demasiada frecuencia. Son muchos los estímulos que llaman su atención, normalmente más llamativos que lo que tienen que estudiar. Las tareas académicas resultan estímulos menos atractivos que difícilmente pueden competir con otros que hay en el ambiente. Como consecuencia, los chavales se distraen de sus estudios en numerosas ocasiones, tienen dificultades para mantenerse en una tarea, estudiar se convierte en una actividad ardua y tediosa, y lógicamente ni aprenden, ni obtienen un buen rendimiento académico. Centrar la atención se convierte entonces en un duro reto para ellos y un desafío para las familias y educadores.

El proceso de atención puede definirse como la capacidad de focalizar la mente en algo concreto, siendo imprescindible para que pueda producirse el proceso de aprendizaje. Son dos procesos inseparables, ya que para aprender es necesario focalizar la mente en el contenido, para que éste pueda ser trabajado y procesado, dándole un significado y por lo tanto aprendiéndolo. Para aprender algo es necesario estar concentrado en ello, prestar atención y retirarla de estímulos distractores. Sin atención no se puede aprender prácticamente nada.

El proceso de atención es algo complejo y en numerosas ocasiones los niños y niñas se distraen con demasiada frecuencia. Son muchos los estímulos que llaman su atención, normalmente más llamativos que lo que tienen que estudiar. Las tareas académicas resultan estímulos menos atractivos que difícilmente pueden competir con otros que hay en el ambiente. Como consecuencia, los chavales se distraen de sus estudios en numerosas ocasiones, tienen dificultades para mantenerse en una tarea, estudiar se convierte en una actividad ardua y tediosa, y lógicamente ni aprenden, ni obtienen un buen rendimiento académico. Centrar la atención se convierte entonces en un duro reto para ellos y un desafío para las familias y educadores.

¿Por qué les cuesta centrar la atención en los estímulos deseados?

La atención es un mecanismo de la percepción que  permite captar estímulos relevantes del entorno. Para poder captar la información completa del medio, la atención oscila, es decir atiende a diferentes estímulos y selecciona aquellos que considera relevantes.

La falta de atención no existe como tal. La mente siempre está prestando atención a algo, pero ese algo no siempre es lo deseado. Son muchos los estímulos del ambiente que resultan llamativos y que captan la atención de los niños, siendo difícil mantenerla demasiado tiempo en algo concreto y menos aún si ese algo es poco atractivo. Cuando hablamos de falta de atención en los escolares, en realidad nos referimos a escasas habilidades para controlar los procesos de atención.

La sobreestimulación: la gran enemiga de la atención

En la actualidad vivimos en un entorno sobrecargado de estímulos, vivimos en una época en la que la cantidad de información y estímulos a los que tienen acceso nuestros niños y niñas es mayor que en cualquier otra época del pasado. Los niños y las niñas están sobrestimulados, y muchos de estos estímulos son más novedosos, dinámicos, se mueven y generan una mayor concentración. En cambio las tareas escolares, el aprendizaje formal permanece ajeno a esta revolución tecnológica y comunicativa, convirtiéndose de este modo es estímulos a los que la mente de los niños y niñas desatiende.

Ante tal avalancha de estímulos, y como respuesta a la necesidad de la mente de procesar toda la información que pudiese ser relevante aparece la falta de atención. Esta falta de concentración, es en realidad un intento de dar respuesta a la sobrestimulación, la mente pretende atender el mayor número de estímulos (el ruido de la calle, la televisión puesta, el mensaje del teléfono móvil, un juego de la tablet, la publicidad…) de manera simultánea. El cerebro humano no está preparado para atender simultáneamente a esa cantidad de estímulos y en un intento de sobre atender se produce una falta de atención. La mente pasa de un estímulo a otro, oscila a gran velocidad y no tiene tiempo de procesar profundamente ninguno de los estímulos.

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