Un cuento es capaz de transformar el día de niñas y niños: es imaginación a flote, palabras convertidas en juego, personajes que hacen despegar la creatividad y un sinfín de oportunidades para incentivar el gusto por la lectura como actividad placentera y como herramienta para la libertad.
Exponerse al mundo de las letras es un ejercicio que debe empezar desde la primera infancia y en el hogar: El juego de unir sílabas para convertirlas en palabras no enferma a nadie; por el contrario, facilita el proceso de alfabetización y se favorece el espíritu crítico, la imaginación y la creatividad desde la niñez. El fin máximo de enseñar a leer y escribir bien debe ser formar individuos críticos, pensantes, capaces de cuestionar la realidad en que habitan, para mejorarla.
Los indicadores sobre lectura y comprensión lectora en escolares costarricenses no son para nada alentadores: más de la mitad de estudiantes cruzan de las aulas de Primaria a Secundaria sin comprender lo que leen y con un nivel muy pobre para argumentar. Así lo afirma el Último Informe del Estado de la Educación (2019) y a este indicador, hay que sumarle que según el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, 2019), a los 15 años, solo el 1% de los jóvenes logra diferenciar entre un hecho y una opinión.
Quien no comprende lo que lee tiene más probabilidades de sufrir la exclusión del sistema educativo y tendrá menos oportunidades durante este siglo XXI. La lectura es una herramienta para la libertad, capaz de exponer múltiples realidades. Por eso, cuantas más lecturas a mano y cuanto más temprano empiece la exposición a ellas, mejor: así habrá más puntos de comparación, ideas, retos y preguntas.
Jugar y disfrutar en familia. El propósito no es escolarizar la lectura antes de tiempo, sino despertar la motivación y facilitar el camino hacia la escuela y hacer despegar la imaginación de niñas y niños desde sus hogares. Incentivar el gusto por la lectura, desde los primeros años, implica desarrollar hábitos de escucha, fomentar el diálogo, proponer y no imponer textos, compartir y acompañar en el proceso de construcción de relatos cortos y estimular la lectura como un ejercicio divertido, donde pasar las páginas sea una oportunidad para navegar a nuevos mundos.
El profesor David Dickinson, de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, afirma que “la lectura se puede enseñar mediante el juego, sin que esto implique solo entretenimiento. La lectura debe ir acompañada de preguntas y sonidos que envuelvan al niño en una experiencia de aprendizaje retadora, de la cual se sienta parte y donde se tome en cuenta su opinión. El peor error es que el niño se aburra, porque así no se aprende. No se puede enseñar desde la perspectiva del adulto”, dice el profesor Dickinson.
Para llegar a ese nivel de disfrute, se necesita tiempo y escucha, para que el niño encuentre en el libro las herramientas que potencian sus capacidades de comunicación, lenguaje, escritura y pensamiento crítico. Padres, madres y personas cuidadoras de niñas y niños: ¡No tengan miedo a asumir el rol de cuentacuentos en la casa! Anímense a hacer pausas durante la rutina para hacer divertidas voces de personajes, sacar hojas blancas y lápices de color para trazar nuevos personajes, con los que niñas y niños manifiesten sus emociones.
Más allá de entrar en un debate sobre si se lee en digital o en impreso, la prioridad debe estar en que se lea, se escuche y se pregunte por el significado que construyen niñas y niños a partir de su recorrido por los párrafos y por los diálogos de los personajes. Sin entrar en detalles sobre el tipo de libros para la niñez, el foco debe estar puesto en el tiempo que se dedica en familia a compartir una lectura o un audiocuento para rearmar nuevos significados y navegar por la imaginación y la creatividad.
Conscientes de que no hay aprendizaje posible sin motivación y de la importancia una crianza positiva, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Red de Cuido y Desarrollo Integral de la niñez (REDCUDI), Naciones Unidas Costa Rica y la organización Carretica Cuentera le ofrecen a las familias la estrategia educativa “Cuenticos en Familia”.
Que la dificultad de estos tiempos, no nos arrebate las palabras ni los minutos para compartir cuentos, retos y diálogo en familia. Niñas y niños necesitan de una persona adulta que los acompañe a cuestionar su entorno, que los rete con preguntas, para que ellas y ellos sean capaces de plantear nuevos cuestionamientos, de crear nuevos personajes, de construir nuevos escenarios y de ser críticos de la realidad en que habitan.
Sin ese placer por la lectura y por la escucha, cualquier persona enseñará al niño o niña a leer, pero no necesariamente a disfrutar y a comprender de lo que lee. De ahí la importancia del rol que juega la familia en apoyar el hábito de la lectura, desde la infancia.
Ejemplo de la importancia de motivar desde el hogar es doña Marta González, vecina de la comunidad de La Villa, en Chapernal de Puntarenas: ella no terminó la escuela, pero está consciente de la importancia de incentivar la lectura en su hijo Juan González (estudiante de tercer grado), para que encuentre en las páginas de los libros las herramientas para soñar un mañana mejor.
“Para salir de la pobreza, lo único es la educación. Mi esperanza es Juancito, que estudie, que lea siempre bastante y que aproveche todas las oportunidades. Para nosotros, leer un cuento es una alegría: él me enseña y conversamos sobre todo lo que traen las páginas. Para educar, lo más importante es el amor, la dedicación, el tiempo”, afirma doña Marta.
Un buen ejercicio de lectura en el hogar va más allá de enseñar a descifrar y a repetir los sonidos de los párrafos. Enseñar a leer bien implica un ejercicio de diálogo y comprensión, en el que es necesario dudar sobre lo que se lee, para evitar caer en las trampas de quienes se aprovechan de la ignorancia para sembrar divisiones, odios, guerras y desesperanza.
Solo a partir del fomento del gusto por la lectura se podrá influir positivamente en un nuevo modelo educativo que abandone el anticuado sistema de repetir sin comprender, sin descifrar, sin cuestionar. En palabras del poeta nicaragüense Rubén Darío, leer “es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor”.
Fuente: Unicef