En este artículo podéis encontrar actividades para trabajar las emociones, imágenes y pautas que ayudan al niño al reconocimiento de sus emociones, a aprender cómo funcionan éstas y a reaccionar ante sus propios sentimientos de forma saludable.
Aprender a reconocer y a entender sus sentimientos y emociones, a gestionarlos y a manifestarlos tiene una importancia fundamental en el desarrollo armónico de la personalidad del niño. Los estudios realizados en Psicología demuestran que los niños que saben reconocer sus sentimientos y que aprenden a canalizar y a gestionar adecuadamente sus emociones se benefician de los siguientes ventajas:
– Adquieren la capacidad de establecer relaciones sólidas de amistad con otros niños.
– Aprenden a manejar mejor sus estados de ánimo y tienen menos emociones negativas.
– Se controlan y calman más fácilmente ante los estados de enojo.
– Están más preparados para afrontar los desafíos de la vida.
– Tienen un mejor aprovechamiento y rendimiento en la escuela.
– Suelen enfermar con menos frecuencia.
– Son más autónomos y responsables y resultan ser mejor aceptados y queridos por sus compañeros.
Los psicólogos actuales han clasificado las emociones en nueve grandes categorías:
A. Emociones positivas: placer, sorpresa, amor y alegría.
Las emociones positivas amplían los recursos intelectuales, físicos y sociales de los niños al tiempo que les posibilitan desarrollar las formas de comportamiento adecuadas para enfrentarse a las dificultades que les presenta la vida.
Las emociones positivas propician en el niño una actitud mental de expansión, tolerancia y creatividad. Esto fomenta su crecimiento y desarrollo personal.
B. Emociones negativas: miedo, rechazo, vergüenza, ira y tristeza.
Las emociones negativas son desagradables y dolorosas, sin embargo son fundamentales y necesarias para el niño, pues cumplen una función de supervivencia y adptativa. También le avisan de los peligros del entorno.
Además de estas nueve emociones, también se trata aquí sobre otros sentimientos, que tienen bastante influencia en el desarrollo del niño.
Los sentimientos influyen en los pensamientos y los pensamientos en las decisiones que tomamos. Es importante pensar en los sentimientos y sentirlos, expresar abiertamente las emociones, conocerlas a fondo, saber qué emociones sentimos, porqué, en qué circunstancias y en qué compañía, y averiguar cuáles son sus efectos. Es fundamental trabajar esto desde la infancia.
Los patrones emocionales con los que cada niño se expresa son aprendidos en el seno familiar o en el entorno más cercano, desde la edad más temprana, mediante la observación de las respuestas emocionales de quienes lo rodean. Las emociones se aprenden, porque se contagian con facilidad y también determinan y condicionan los comportamientos y el desarrollo del niño.
1. Ser consciente de las emociones que experimenta el niño
Intente sintonizar con el niño y “meterse en su piel”, para captar los diversos sentimientos y emociones que experimenta. Observe, escuche y aprenda como él se expresa a través de los cambios en su tono de voz, de sus gestos y su lenguaje corporal.
2. Animar a hablar de sus emociones.
Cuando el niño experimente una emoción, déjelo expresarse y no lo evite, ni lo reprima. Aproveche esta oportunidad para dialogar sobre esta emoción y para evitar que ésta derive en comportamientos perjudiciales.
3. Tomarse tiempo para escuchar
Escuche a su hijo con atención y demuéstrale que lo que él siente es importante, sin emitir juicios de valor acerca de ello: no critique las emociones que siente su hijo.
4. Identificar la emoción.
El niño debe ser consciente de las emociones que experimenta. Para ello enséñele a nombrar los sentimientos y emociones enriqueciendo su vocabulario. Nombrar la emoción que está experimentando suele tranquilizar al niño. También puede aportar a su hijo ejemplos de vivencias propias acerca de esas emociones.
5. Buscar soluciones.
Ayude al niño a identificar su emoción y a distinguir entre su emoción y su comportamiento. Hágale ver que la emoción es natural, pero el comportamiento puede ser inadecuado. Trate de indagar con él sobre su comportamiento, para que se haga consciente del mismo y busquen juntos soluciones. Este aprendizaje positivo tardará tiempo en ser asimilado y puesto en práctica por el niño, por lo que habrá que tener paciencia.
FICHAS PARA TRABAJAR LAS EMOCIONES
IRA
La ira es una emoción normal y que está justificada en el niño en la mayoría de las ocasiones, debido a un conflicto no resuelto y se manifiesta como indignación ante algún hecho frustrante para él. Si no manifestamos la ira, ésta se puede somatizar y aparecer como dolor de cabeza o de estómago.
Para desactivar la ira lo principal es reconocerla y tomar conciencia de que se ha perdido el control. Lo importante es hacerle ver al niño que no hay que perder el control ante el enfado. Tampoco se debe descargar la ira sobre los demás. A veces el niño utiliza el enfado o la ira como un medio para obtener cualquier objeto deseado. Si con esta actuación logra su deseo o se impone a los demás, volverá a repetir esta conducta y la ira se convertirá en un problema.
SERENIDAD
Hay que procurar que el niño admita con calma que las cosas no siempre suceden como nosotros queremos. Para ello hay que hablarle con calma y sosiego, explicándoles serenamente las razones por las que no puede ser aquello que él desea. De esta forma le estaremos enseñando a respetarse así mismo y también a los demás. También podemos ofrecerle alguna otra actividad como alternativa ante el objeto o la situación que no ha podido realizar u obtener.
ALEGRÍA, OPTIMISMO, RISA
La alegría y la risa son reacciones biológicas ante estímulos que nos provocan diversión, vitalidad y energía. Estimulan comportamientos positivos, como el juego, el aprendizaje y la interacción social. El optimismo está relacionado con el buen humor e incluso con la salud física y con un mejor funcionamiento del sistema inmunológico.
El niño aprende a ser optimista en su entorno cercano, en su familia. Si aprendemos a ser más optimistas y a adoptar una actitud positiva ante situaciones de a vida que así lo requieran, estaremos transmitiendo esta enseñanza a nuestro hijo o hija.
Además del ejemplo de nuestra actitud, para ayudar al niño a ser optimista se pueden seguir estos pasos: mostrar entusiasmo ante sus ideas y, cuando algo no salga bien o no suceda como él esperaba, intentar buscar el lado positivo de esta situación, preguntarle qué ha aprendido a raíz de este hecho e intentar buscar alguna otra forma de ver lo sucedido. También resulta efectivo preguntarle o recordar las cosas buenas y positivas que han sucedido en su vida.
TRISTEZA, PESIMISMO, NOSTALGIA
Resulta imposible ser siempre optimista. A veces el pesimismo también es necesario, porque ayuda al niño a adaptarse a situaciones determinadas de forma gradual. Pero es importante que el niño tenga un equilibrio emocional, puesto que un pesismismo continuado no es bueno para él. Si observamos un pesimismo latente en el niño habrá que indagar en sus causas, para evitar que caiga en un estado depresivo.
Para remediar la tristeza en el niño buscaremos actividades que le provoquen la emoción contraria, es decir, la alegría y desarrollar el sentido del humor.
AMOR
Amar y ser amado es una de las experiencias más gratificantes que puede experimentar un niño. Se puede fortalecer este sentimiento ayudándole con tres puntos clave: confianza, cariño y comunicación. Hay que aprender a quererse y a dejarse querer. Se disfruta más el placer compartido
AMISTAD
Los momentos más felices de un niño suelen ser los que comparte con otros, realizando actividades placenteras. Las relaciones interpersonales tienen una gran influencia en la felicidad del niño. Para enseñarle a cultivar sus amistades podemos proporcionarles estas tres pautas: compartir tiempo y actividades con sus amigos, ser agradecido, demostrar cariño, y mostrar apoyo y lealtad.
MIEDO
El miedo está presente en el niño desde el mismo momento de su nacimiento ya que forma parte del ser humano. Fue un mecanismo que desarrollaron nuestros antepasados y que nos pone en guardia frente a un peligro real o imaginario, al tiempo que dispara los pensamientos catastróficas.
Es normal que el niño manifieste miedo ante diversas situaciones, sobre todo sin son desconocidas para él. Para ayudarle a canalizar este miedo es importante no huir de esas situaciones que lo desencadenan, porque con esto sólo conseguiremos que el niño refuerce esos temores. En cambio, para que lo pueda superar, los psicólogos conductistas recomiendan ir exponiéndolo, poco a poco de forma progresiva a aquello que le produce miedo. Para el niño siempre será más terrible imaginarse sus propios temores que afrontarlos con la ayuda de un adulto.
CULPA
La culpa es una emoción negativa y perjudicial, porque hace destacar en el niño sus errores en lugar de sus aciertos. A pesar de ello, la culpa es un sentimiento natural, puesto que todos tenemos la capacidad de sentirla, de forma espontánea.
Hay que procurar, en la medida de lo posible, alejar del niño los sentimientos de culpa lo más pronto posible, puesto que esta emoción actúa en su contra atormentándolo emocionalmente.
Algunos adultos suelen manipular a los niños utilizando los sentimientos de culpabilidad para conseguir que éstos hagan lo que ellos quieren. Estas personas son “maestros de culpabilidad”, que acaban transmitiendo el sentimiento de culpa a los niños y consiguen que se sientan culpables, incluso sin motivos.
Hay que evitar que el niño se lamente demasiado por sus errores, que se menosprecie o insulte a sí mismo. En lugar de ésto hay que enseñarle a ser comprensivo consigo mismo y a sacar partido de sus fallos y equivocaciones. Si le invitamos a aprender en qué se ha equivocado, podrá eludir otros errores similares en el futuro.
RUBOR, VERGÜENZA
El niño experimenta vergüenza cuando se siente inferior, débil e indefenso ante los demás. La vergüenza suele estar ligada al sentimiento de culpa. Para que la vergüenza no cause daño en el niño hay que ayudarle a aumentar su autoestima y enseñarle que lo importante no es lo que piensen los demás, sino lo que él piensa y siente, y animarle a decirlo y a hacerlo, siempre con educación y con respeto.
TIMIDEZ Y RECHAZO
El rechazo es una emoción que el niño utiliza como un sistema de defensa para protegerse ante personas, situaciones o hechos que le producen adversión.
Es importante indagar en el niño acerca de esta emoción y asegurarse de que no está motivada por un hecho real que esté perjudicando al niño, ante el que habría que poner los medios adecuados para solucionarlo. En caso de que el rechazo esté originado por otros motivos personales del niño, habrá que buscar su origen.
FELICIDAD
Un niño se siente feliz si:
– Tiene cubiertas sus necesidades básicas de alimentación, higiene, salud y ejercicio físico.
– Se siente seguro, querido y aceptado por su familia, compañeros y amigos.
-Logra superar satisfactoriamente los retos que se encuentra en su vida diaria.
-Tiene un carácter extrovertido y tiende a reírse y a divertirse con frecuencia.
-Se siente a gusto y satisfecho.
BIENESTAR
El bienestar personal en el niño es una percepción que él tiene y que está relacionada con aspectos como su felicidad, su calidad de vida, su bienes ta personal y su satisfacción vital.
Los factores que influyen sobre el bienestar del niño son fundamentalmente tres:
– El entorno socioeconómico, cultural y laboral que rodea al niño o niña.
– Las características del hogar en que vive y del centro educativo al que asiste.
– Las preocupaciones que el niño o niña suele manifestar y que están relacionadas con su vida dentro y fuera de su hogar.
En función de la naturaleza de estos factores los niños experimentarán mayor o menor nivel de bienestar.