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La principal base para el desarrollo sostenido de una sociedad está en la participación activa de sus habitantes. La primera infancia es el período del desarrollo humano donde se cimenta la personalidad y l as capacidades individuales que van a dar forma a los estilos de convivencia, productividad y armonía social.
Hoy día, la evidencia científica proveniente de estudios longitudinales han demostrado que los niños y niñas (NN) que participan en programas de cuidado y educación infantil de calidad durante los primeros años, tienen más probabilidad de completar la escuela primaria y secundaria, de obtener mejores trabajos y tener familias más estables. Así mismo, tendrán menos probabilidades de verse envueltos en problemas con la ley u otros actos de violencia. Los NN que crecen en ambientes de desventaja son también los que más ganancias muestran cuando tienen la oportunidad de una buena educación temprana.
La calidad educativa no se mide por el costo de edificios y materiales de instrucción, sino por el beneficio que NN y sus comunidades perciben y reciben del proceso educativo. Un ambiente físico rico y seguro es más relevante que una estructura costosa. Un docente imaginativo y comprometido con los NN y la comunidad es mejor que uno con títulos. Un trato respetuoso y afectivo es más efectivo que una excesiva exigencia académica. Un material interesante será siempre más rico para el aprendizaje que una colección de materiales costosos. Un ambiente de aprendizaje de calidad es también un reflejo del contexto cultural y económico de las comunidades donde ésta ocurre y de su dinámica con el mundo externo en el que se inserta.
Los aprendizajes fundamentales no son un monopolio de la escuela o del centro de educación inicial. La familia y la comunidad ofrecen muchas oportunidades de aprendizaje. Una buena política de educación temprana debe reconocer este hecho y prever estímulo y asistencia a quienes tienen más posibilidades de facilitar el aprendizaje de los NN pequeños.
A pesar de los esfuerzos que se han hecho para diseminar esta información, el tema de educación infantil aún no parece hallar eco entre quienes tienen la responsabilidad o capacidad de influir en el establecimiento de las prioridades presupuestarias y, lamentablemente, mucho menos entre quienes más se beneficiarían de la implementación de mejores políticas para la infancia.
La Fundación Bernard van Leer por muchos años brindó apoyo a pioneros en el campo de la infancia temprana para llevar adelante investigaciones y programas que les posicionaran mejor en sus respectivos países, como referentes
especializados, que pudieran influir en políticas y prácticas locales. Esta meta no siempre se logró.
Tras una profunda revisión de lo hecho hasta ahora, hemos decidido apostar por una visión programática integrada, que procure elevar la conciencia del público general sobre lo que es calidad de aprendizaje durante los primeros años; cómo se puede “ver” esa calidad en la vida real y cómo usar los instrumentos democráticos de participación para exigir e involucrarse en la creación de mejores ambientes (físicos, sociales, culturales y psicológicos) de aprendizaje para los NN más jóvenes y, en especial, para quienes enfrentan situación de desventaja social y económica.
Una tarea crítica para “educar” a la opinión pública es ganar la simpatía y voluntad de quienes tienen mayor capacidad para influir sobre aquellos que definen las prioridades políticas y económicas del país y de las comunidades. No solo los políticos, cuya participación es muy importante, sino también aquellos que dependen del éxito de la población para crear las condiciones que generan riquezas: el sector empresarial.
Perú es un país rico, con un desarrollo acelerado y una de las economías más estables de la región. Posee una capacidad tecnológica envidiable y vastos recursos para sostener su desarrollo. Pero, ¿quiénes serán los conductores de tal desarrollo en el futuro cercano? Este es el gran desafío para la sociedad peruana en todos sus estratos y sectores, y la gran deuda de sus dirigentes políticos y económicos con sus NN.
Invertir en los NN es también invertir en quienes les cuidan y educan. Es garantizar que cada NN peruano tendrá iguales oportunidades de participación en una sociedad más justa, solidaria y productiva.
Fuente: inversionenlainfancia.net

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