La educación inicial ha sido una de las más afectadas durante la pandemia, desde la disminución de matrículas, el aumento de problemas socioemocionales en los niños pequeños y las dificultades de los padres y madres de familia por atenderlos. Esto cobra aún más relevancia en estas fechas ya que ayer, 25 de mayo, se celebró el Día de la Educación Inicial en el Perú.
Este día nos recuerda que la Educación Inicial cumple 4 aspectos fundamentales en el crecimiento de los niños, señala Regina Moromizato, educadora y vicepresidenta de Copera Infancia. “Es una acción preventiva porque los problemas del desarrollo se pueden detectar a temprana edad y con ello derivarlos para su tratamiento oportuno. Además, impulsa el desarrollo aprovechando las ventanas de oportunidad o momentos sensibles para el aprendizaje que nos brinda la plasticidad cerebral”, explica la experta.
Otro de los factores importantes es que la Educación Inicial acompaña y orienta a las familias en el proceso de crianza y son espacios de protección, cuidado y hasta alimentación en algunos casos, especialmente para las poblaciones vulnerables.
¿Qué ha pasado con la educación inicial en pandemia?
La pandemia ha afectado enormemente a la educación inicial y a la primera infancia. Si bien, las matrículas de niños de 3 a 5 años de zonas rurales aumentó en 35 mil entre 2019 y 2021 -muy probablemente por los esfuerzos de conectividad-, explica Moromizato, la zona urbana ha sido la más afectada con 411 mil niños que han dejado de matricularse, según datos del Minedu.
No obstante, estos datos no incluyen a los niños menores de 3 años. “Calculamos que cerca de 100 mil niños de este grupo de edad han dejado de participar en los servicios y programas de cuidado y educación”, sostiene la especialista de Copera Infancia. Además, cerca de 5 mil nidos, jardines y cunas han cerrado, lo cual deja fuera del sistema a casi 500 mil niños y la oferta pública no cuenta con suficiente infraestructura para acogerlos.
Problemas de salud mental
La salud mental, por su parte, ha sido el área más afectada. Según el reporte de la Dirección de Salud Mental del MINSA señala que, de todos los niños y adolescentes atendidos en el 2020, el 62% de niños que mostraron problemas socioemocionales fueron menores de 5 años. Además, la Evaluación Continua del Impacto de COVID desarrollado por la PUCP, la Fundación Baltazar y Nicolás y COPERA Infancia señala que 8 de cada 10 cuidadores (padres, madres, familiares) presentan uno o dos indicadores de ansiedad.
“Los niños están bajo mucho estrés y se genera un ambiente tóxico que afecta el desarrollo infantil. Eso se traduce en miedos, pesadillas, mayor dependencia y retrasos en el lenguaje. Esto último ‘jala’ los procesos cognitivos comprometiendo los aprendizajes futuros”, agrega Moromizato.
¿Qué pueden hacer los padres y madres de familia?
La experta menciona que en estos momentos de tanta incertidumbre es cuando los hijos pequeños requieren ser más protegidos. “[Los padres de familia] pueden darse el tiempo para jugar con ellos, establecer una rutina en casa, no ocultarles las cosas que pasan y contárselas, pero sin dramatismos”, aconseja.
También ayuda el responder a sus preguntas de forma clara y directa con un nivel de lenguaje que pueda comprender o ayudarlos a descubrir sus emociones sin negarlas. “Recuerden que tienen a las maestras de inicial para orientarlos en actividades creativas que provocan el desarrollo de la creatividad, de la comunicación y del pensamiento, aspectos fundamentales en esta etapa de vida”, afirma Moromizato.
¿Qué deben priorizar las autoridades?
Lo prioritario, sostiene la educadora, es que se trabaje en un retorno a los servicios y centros de cuidado y educación infantil; es decir, nidos, cunas, jardines, guarderías. Según el Minedu existen 4 principios para poder garantizar un retorno seguro a clases: que cumplan las medidas de bioseguridad, que sea gradual, flexible y voluntario.
“El retorno no puede darse de forma improvisada, por eso subrayamos la palabra ‘seguro’, y eso significa también priorizar la vacunación de las maestras y todo el equipo de personas que trabajan en la atención de los niños de 0 a 5 años”, refiere Moromizato. Además, propone iniciar pilotos de validación de protocolos de bioseguridad en los servicios y centros que cuenten con las condiciones para iniciar operaciones.
Fuente: RPP Noticias