Ocho de cada diez niños con un Trastorno del Espectro Autista (TEA) –que se estima que afectan a uno de cada 150 menores a nivel mundial– presenta algún trastorno del sueño. El autismo en los niños se caracteriza por problemas para comunicarse y para interaccionar socialmente, retraso en la adquisición del lenguaje, y patrones restrictivos y reiterados de conducta o intereses, como movimientos estereotipados y repetitivos, y un apego excesivo a objetos inusuales.
Sin embargo, como ha explicado el Dr. Gonzalo Pin, jefe de la Unidad del Sueño y Pediatría del Hospital Quirósalud Valencia, la dificultad para conciliar el sueño, y otros trastornos asociados a los ritmos circadianos, también son síntomas muy habituales, aunque menos conocidos, en estos pacientes. De estos, los más frecuentes son los despertares nocturnos, un menor tiempo total de sueño, mayor latencia y menor eficiencia del descanso.
El Dr. Pin ha insistido en la necesidad de abordar estos trastornos, porque un manejo adecuado de los mismos influye positivamente en el aprendizaje en general (mejora su conducta y sus funciones ejecutivas) y, en especial, en el desarrollo del lenguaje. En cuanto a sus causas, el experto señala un posible retraso en la secreción de melatonina, la hormona que se encarga de regular nuestro reloj biológico, o una mayor respuesta frente a estímulos sensoriales.
Para prevenir o corregir estos problemas, el Dr. Pin aconseja adaptar los horarios de sueño al ciclo biológico de cada niño y, progresivamente, ir adaptándolos al ritmo de la familia, regular sus horarios de comer y dormir, y transmitirle tranquilidad para que le resulte más fácil desactivarse. El especialista propone que se vayan a la cama, como mínimo, una hora después de la cena, y que no se les permita tampoco utilizar dispositivos tecnológicos al menos una hora antes de acostarse.
Fuente: WebConsultas